SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

jueves, 2 de febrero de 2017

Inspiración



Cada paso que da un buscador, sea cual sea la dirección, es un paso hacia Dios.   Anónimo.

¿Acaso alguien puede decir que no está buscando la felicidad en nombre de los mil y un anhelos?
Tal vez, el objetivo se llame ganar dinero, lograr el trabajo que nos gusta y crear una buena familia. Pero tras las apariencias, lo que uno está buscando, "zanahoria tras zanahoria", es un estado mental de paz y plenitud desde el que poder navegar por la existencia.

Detrás de las cosas que aspiramos lograr y por más nombres que demos a lo que se desea, lo que en realidad buscamos es un estado mental gozoso que se supone experimentaremos con la tenencia de dicha cosa. 
La felicidad es un anhelo que, con el paso del tiempo, pasa de una cosa a otra. Y así como para un niño la felicidad es una tonelada de caramelos, para un adulto la felicidad puede consistir en el logro de sus objetivos y el afecto familiar y social de su propia excelencia. Para un ser más avanzado, las cosas todavía son más simples y relativas, ya que lo que se llama "felicidad" no supone tener esto o aquello, sino vivirse en una mente lúcida y con la conciencia despierta.

Uno sabe que la vida se dirige hacia alguna parte, aunque lo haga como extraña espiral que asciende y da vueltas. Y así como la semilla avanza y se despliega hasta crear el bosque, de la misma forma, el uno mismo se amplía y revela hacia su infinita esencia. 
El final del camino conlleva el reconocimiento de que somos Totalidad desde la que brotan -mil y un- brazos dimensionales que se mueven y bailan. Y al igual que un holograma, por más partes en las que uno mismo se reconozca y divida, cada parte seguirá siendo todo-el-diseño en esencia.

Detrás de lo que intuimos como felicidad está lo que para cada uno significa la palabra Dios. Una realidad meta-histórica, cuyo término todavía no ha sido totalmente separado de las religiones y las iglesias. Muchas personas han trascendido el mito que subyace tras las creencias religiosas y con ello, también han secuestrado el concepto de Dios concebido por cada una de ellas. Sin embargo, El Espíritu sobrevive en lo profundo de la consciencia, no ya como aquella entidad super-humana, sino como estado de Totalidad e Infinitud que todo lo abarca. En este sentido, cada paso que damos, buscando las mil y una formas de ser felices, nos demos cuenta o no, se dirige a la reintegración con la esencia.

Muchos pequeños pasos llenos de anhelo forman la vida que fluye desde el sueño pre-consciente de la especie, hasta el total despertar. El buscador descubre que la felicidad es encontrar un estado de LuzAmor que, sin saberlo, se buscaba. En realidad, lo que durante milenios hemos llamado "Dios", es un estado de conciencia.

Todos los radios de la rueda llevan al centro, decía Lao Tsé hace ya cuatro mil años. Cada paso que damos en los múltiples caminos supone un avance hacia la madurez personal y la auto-consciencia. Y aunque la vida, a veces, parezca que va hacia atrás y se estanca, en realidad, no retrocede, sino a la paz del Universo siempre se expande y avanza. 
El alumno será más sabio que el profesor y los hijos darán un paso más allá que los padres. Todos los caminos llevan a la supraconciencia, un estado que si no se tiene la Gracia de alcanzarlo en vida, será la muerte, la que como tránsito final posibilite la completitud que disuelve el yo en la reintegración mayor de la "vuelta a casa"
                                                                                                                       JM.Doria.


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